Estaba yo bien quitada de la pena cuando zapié con particular alegría los canales de cine que hay en la TV de paga. Leyeron bien: DE PAGA. Cuando, en uno de ellos, escucho que una voz chirriaba hasta las más profundas cloacas de la chafez. Era Gabriela Goldsmith en un escenario de cuadritos y espejos por doquier, mientras el Casio se daba vuelo. Y así empezó mi cinismo que no satisfice con sólo unos minutos, como suele ser cuando encaro estos bodrios. No. Seguí observando desfachatadamente, no sin antes voltear pa' todos lados y al mismo tiempo hacía como que estaba viendo una peli del Antonio Banderas joligudense (no, pus creo que salía peor) pa' que mi hermano (con quien comparto aún cocina) no me cachara en tan miserable vouyerismo.
Y así corrió la película, mientras desfilaban sus 'actores', desde Sebastián Ligarde, pasando por la entonada actriz, hasta llegar al soberbio histrionismo de Alejandro Peniche. ¿El tema? El sida. En una orgía de juego, droga y agujas con sangre, los protagonistas se explayan en un bipolarismo argumental detectable hasta su madre en un par de carabets, donde la joven ambiciosa cumple sus deseos de ser cantante, sin importar cuántos se la tengan que follar.
En fin, que esta joyita noventera terminó en espectacular exterminio de capos (cabe mencionar que la ocurrencia incidental al final de la cinta me recordó a Woody Allen, en algo así como en que el 'supuesto más pendejo' se queda con la mayor tajada, pero se lo carga la chingada por un inocente descuido de cálculo), al tiempo que el virus acometía los cuerpos de los implicados en el drama amoroso-cómico-mágico-musical (recuerden que por su OST me quedé), el cual después de más o menos 48 horas comenzó a deteriorar la salud de, por ejemplo, un inocente niño, pronunciándose en una incesante tos (sí, claro, por supuesto, era el siglo pasado y se sabía nada de la enfermedad). El apocalipsis o, como berreó Jairo poseso de Ligarde o al revés, cuando supo su desdicha: "una maldición". Pero el amor lo salva todo y el que le profesa a la dama, junto al clamor de su tía, quien predijo la desventura, hacen que el zoom culminante se ocupe del rostro del Cristo en la pared... Fondo negro-créditos:
ISMAEL RODRÍGUEZ JR.-Director (¿quién dijo que de tal palo tal astilla? Aunque su progenitor se aventó sus capiruchos con la saga memorable de Reclusorio)
FERNANDO SARIÑANA-Coordinador de producción (¿les suena a algo así como Amar te duele, Todo el poder, Miroslava, etc.?). Y va lo mejor...
EMILIO CARBALLIDO-Guión... Sí, el mismo que ganó varios premios por los guiones de Macario y El águila descalza, entre otros, y muchas obras de teatro.
Bizarro, ¿no?... Pero no más que los 60 y tantos minutos de cinta tan útiles para volver a hablar de cine en este mi querido blog. Gracias.
PD: La película se llama Trébol negro: Sida, una maldición desconocida. Pero esto creo que les importa dos pingas.
¿Así o más chafa?
Otra PD: Ay, por palabras como las tuyas, mi querido flash, se convierten en triunfales los regresos.
Besos púrpuras para ti (creí que no volvería a decirlo).
miércoles, 23 de diciembre de 2009
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2 comentarios:
Ligarde era guapo... jejeje...
Jajajaja si, muy chafa, pero a veces necesarios. Hoy me clave 20 min viendo al santo y 15 a Alfonso Zayas, Tun-Tun, Hilda Aguirre, Angelica Chain y el Pichi en "El Vecindario 2" del Pelón Solares...Paz.
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