lunes, 28 de septiembre de 2009

Bla, bla, bla del nuevo año

Son las 12:46 y faltan, más o menos, 4 horas y minutos para que cumpla los 35. Sí, berrié por primera vez a las 5 y algo de una mañana en el Santa Lucía.
Y no ha dependido en nada la fecha de mi aniversario para que cada día me ocurra algo diferente. Los ciclos se cierran según la emoción o el desgano que le echemos a la vida. No, no son sorpresas ni situaciones inesperadas a la vista de la gente que me rodea. Sin embargo, para mí, es la incertidumbre del tener, no tener y querer tener, la que hace que pueda inhalar nuevos aires cuando ocurren cosas nuevas.
¿Qué de kármico tiene este post, si en anteriores años nunca había escrito una reflexión sobre tal acontecimiento? En los dos años de vida de este diario siempre llegué hasta los primeros cuatro días después del 20, y para ser honesta, el del 2007 fue uno de los cumpleaños más alegres, en un salón de prensa en pleno cono sur, sí, el mero día, casi un mes después de la devastadora ruptura y meses más de la segunda muerte más dolorosa que cualquiera pueda contemplar. Y si continúo mencionando estos dos hechos es porque, en mis treintas, han sido las dos pruebas de sobrevivencia más intensas, sin olvidar el cese en la plenitud de mi carrera...

Hoy, a tanto tiempo de no estar a la altura de cierres agotadores y negociaciones insaciables, estoy a punto de terminar una edición extenuante, en la que solicitaron de mis servicios frilanceros, lidiando con distancias y horarios en los que ya no tenía tanta resistencia, mientras el reloj hace de las suyas y el tabaco también, además de una que otra dolencia que, ay, jijo, me está haciendo ver mi suerte.
Sin embargo, ha sido uno de los regalos más satisfactorios este mes de septiembre, sin dejar de lado la grata experiencia de transmitir en vivo –desde hace cinco meses– cada martes, en la h. estación de radio de mis amores con el amigo de mis amores... Amigos, ay, mis amigos... en los que incluyo a mis hermanos, y uno que otro vicio telenovelero.
Llueve a baldes, y me pongo en calidad de escribiente frente a la pantalla recibiendo mi nuevo año, que se acumula en este costal de huesos, ácidos gástricos y hormonas, las cuales no han estado últimamente en punto de ebullición. Ellas también se cansan.
Hay proyectos, hay libertad, hay seres amados y un gran pendiente inmoviliario en construcción.
Sí, ser feliz es lo que quiero. No más.

2 comentarios:

flash dijo...

Púrpura, qué más: un abrazo fuerte, justo como tú, y un Buena vida feliz, siempre. Bien sincero.

Liliana dijo...

Mil gracias por eso y por regresar.

Besos púrpuras.