lunes, 22 de septiembre de 2008

De avisos

Esperando mi camión que me lleve al metro Balderas (in memoriam al Tri y Rockdrigo, sin querer), me puse a hurgar un poco en los archivos vivos de mi h. blog. Y entre recuerdos y uno que otro "¿¿yo escribí esto??", encontré uno de esos post que salvan mi alma de la parsimoniosa ociosidad, en el que hablo de un escritor que me tenía un tanto perturbada. Sí, era Stephen King y una posible entrevista que, finalmente, se aguó por la incisiva huelga de guionistas. Me lleva. Entonces me refería a él como 'el escritor que me tiene toda idiota'... ¿Acaso una premonición? No sé, pero ahora hay en mi vida un excelente escritor que también me trae como una verdadera idiota.

Devoción

Me amo toda yo (con las respectivas reservas, claro, luego no vayan a decir que como Mr. Allen en Stardust Memories, que "en la mitología griega no sería Narciso, sino Zeus"), pero hay algo que aprecio demasiado, después de esperar muchos años para 'adorarme' de esta manera.

No hay nada más placentero que poder portar la prenda que más nos gusta todos los días y demostrarle adoración a tal grado, que hasta arropa, abraza. Aunque nunca le había escuchado... Esa persona, a quien quiero mucho, me enseñó cómo hacerlo.
Por eso, una noche apacible la semana anterior inicié el deleitable ritual con un baño cálido y sustancias varias, ah doc para el tan importante suceso, y lavé, masajeé, acicalé y, después, frente al espejo, con tijeras en mano suspiré profundo, profundo, cerré los ojos bien fuerte y... ¡clac!, corté sin más propósito que el de volver a ver esa sonrisa que arquea sus ojos con especial fascinación, y que me desarma completita, cuando le diera el humilde presente.
Amo mi cabello, aún cuando cortito, pero ahora, porque creo saber que ese maravilloso ser le tiene una infinita devoción, me volví a enamorar de él. Y cuando lo consiento, imaginó que consiento a alguien más.
No podría estar en mejores manos. Si pudiera, día tras día cortaría un mechoncito y se lo daría, porque... no podría estar en mejores manos, tan buenas, tan honestas, esas que hacen actos angélicos sin fines de lucro, a todas horas, hasta por un 'teclado móvil', mientras me sacude el corazón.

Perdón, pero, ¿dije 'mi' cabello?

sábado, 20 de septiembre de 2008

Bla, bla, bla...

El dolor de pecho no ha desaparecido. Dice el doctor que es una inflamación del cartílago que une no sé qué del extremo central izquierdo lateral posición de remate y gol. Que es probable que los diversos problemas gastrointestinales también compliquen el cuadro. En fin, que estoy tomando el coctel reglamentario y no he fumado en estos dos últimos días. Estoy frente a la pantalla y mi cenicero está vacío. ¿Preocupada? Lo estaría si, antes de teclear, ya hubiera corrido por una caja de cigarros.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

'El sutil', según los árabes

Tengo verdaderos problemas con el alcohol, pues le he visto tan de cerca desde que era adolescente, que lo maldigo cuando excede sus propósitos.
Lo conocí por medio de una persona muy amada; tenía cara de satisfacción –a pesar de uno que otro accidente de riesgos mortales–, reía, lloraba, confesaba y se dormía, para luego despertar con una "cruda de la chingada", me decía, con voz 'aguardientosa' y tallándose los ojos, mientras encendía el motor del auto y yo bajaba de él, luego de velar su sueño etílico. No, la ebria no era yo.
Y después de muchos años de sobresaltos, enojos y tristeza disfrazada de indiferencia, por fin se alejó del ser fraternal... mientras otro camarada le empezó a agarrar el gusto de manera preocupante. Dizque se siente bien, que le aflora la 'inventiva artística'.
Como "cuento peligroso" define mi idolatrado Robert Downey Jr. –bien conocido por sus desmanes adictivos– la 'sublime' teoría de la creatividad cuando estamos a merced de cualquier sustancia que provoque desvaríos nada parecidos al ingenio, esto en entrevista para la revista Penthouse, publicada hoy en El Universal.
Claro que lo he probado y he caído a sus pies muchas veces. Y acepto que su tacto es delicioso, 'sutil', hasta excitante, pero también sé que su venganza es atroz por faltarle al respeto. Como el mar, diría mi Ze of my heart, que no hay que acercarse demasiado, si no te ahogas. Por eso, no me le arrimo mucho ni tan seguido.
En fin, que en estos días de asueto –y buenos pa'l recreo–, y con uno que otro caso de extralimitación como referencia, reflexioné tanto en ello, que no quise desaprovechar la ocasión de reactivar este h. blog. Y, aclaro, bien sobria.
Tengo graves problemas con el alcohol cuando se alza a elevados grados de dominio, y por eso, no le permitiré acercarse, nuevamente, a través de las personas que más quiero. Ya tengo suficiente con mis tantos vicios y manías, como para preocuparme... otra vez. Nones.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Curioso

Me encantó esta propuesta. Tomad, disfrutad y leed.

De estractos

Nuestra raza ha dejado de tener valor... El miedo a la sociedad, que es la base de la moral; el miedo a Dios, que es el secreto de la religión... Y, sin embargo, creo que si un hombre viviera su vida de manera total y completa, si diera forma a todo setimiento, expresión a todo pensamiento, realidad a todo sueño... creo que el mundo recibiría tal empujón de alegría y recibiríamos al ideal heleno... Pero hasta el más valiente de nosotros tiene miedo de sí mismo... Se nos castiga por nuestras negativas... Que el cuerpo peque una vez, y se habrá librado de su pecado, porque la acción es un modo de purificación. Después no queda nada, excepto el recuerdo de un placer o la voluptuosidad de un remordimiento. La única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella. Si se resiste, se enferma, anhelando lo que ella misma se ha prohibido.
–Lord Henry Wotton

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Sí, de punta

A mí también me gusta ;)

lunes, 8 de septiembre de 2008

¿Segura?

Después de colgar el teléfono me quedé mirando al piso... como quien dice, entré al limbo. Como idiota. Suspiré, agotada, al tiempo que presionaba el cigarro apagándolo. Otra vez suspiré. (¿Tengo que hacer orita la carta editorial?). Sigo en el limbo. Luego pensé que no recuerdo cómo se programa la cafetera para que encienda a las 5:30 de la madrugada. Es que me quedé sin gas, para variar (ya se me fue el hambre... mejor abro una cerveza... y prendo otro cigarro). Encendí la tele (qué bendición es tener refrigerador). Es que la cerveza es perfecta. (Pero, ¿hay días perfectos?). Sin duda, éste no lo fue. Metí la pata. Es normal, diría mi bro.

(Qué aferramiento tan necio antes de entrar al metro. Pareció que había tomado como seis cervezas). Nuevamente el limbo... Yo en el limbo y él de otro planeta.
Ahora veo a Narda haciendo rissoto de colores a través de la televisión, mientras los fideos se hidratan y apago el cigarro. Y 'ora que me acuerdo: las alas se escondieron en algún recodo del cuerpo. Volví a ser una humana que ahora está en el limbo. Y él, que es de otro planeta, esta noche bajó al mío y se sentó junto a mí, y los dos a un lado del José Martí. [verso, aplausos] (La sopa está en su punto. Y la cerveza, también).
Si éste es el limbo, no quiero irme, no quiero salir... Con cerveza, cigarros, maruchan y todo. Aquí me quiero quedar. Y sin hacer la carta editorial [más aplausos].

Chanclas, mejor dejo la puerta sólo con un seguro.

Ando volando alto

Me siento como con alitas y no he tomado Red Bull... tampoco son a la barbie Q.

Bueno, sigamos.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Lo veo...

... y sufro.

martes, 2 de septiembre de 2008

Lunes insólito

Ya son las 2 de la mañana y apenas estoy merendando, pues he llegado de la redacción hasta ahora. Y no porque así lo haya planeado.

El día inició muy normal; un desayuno pi.ar, llegar a la oficina al mediodía (abordo de un taxi que me cobró muy caro), ponerme al corriente con la edición, que ya está encima (en los últimos tiempos, ésta y el cobertor son los únicos que han estado encima de mí), y a las 3:15, una comida muuuy agradable, para variar, platicando de cine.
Y luego de esa incomodidad que se siente cuando tienes que pagar la renta (haces cuentas y no te sale la quincena), ese Sos, tan bromista, como siempre, me da la gran noticia que, obviamente, no creí por su simpática naturaleza: "Ah, y ganaron la quiniela Danny y tú", con una cara de "y uno que sí sabe de futbol..."
Naaah...
Efectivamente, resultó ese tin marín intuitivo y muy femenino, basado en "éste me gusta, éste como que va a perder, a éste ni lo conozco... De éste el director es La Volpe (es que soy atlantista), y en este equipo, pos, estuvo Miguel Herrera (aunque haya llevado al anterior a la otrora segunda división)". A'itán mis 50 pesitos... mismos que se convirtieron en 300.
Y uno de los más asiduos al deporte nacional y sus respectivas publicaciones, personalmente ("es un honor" y "no lo merezco") me entregó la lanita.
Feliz por la hazaña, me dispuse a seguir con mi labor (con otra muuuy agradable pausa para fumar, al tiempo que me enteraba que no soy tan mala en eso de los desvaríos literarios... la segunda sorpresa), yo muy concha vi el reloj (¡chanclas, en qué estaba pensando! Ah, sí, ya me acordé), salí corriendo y no me quedó más que decirle adiós al último camión. Algo increíble, pues nunca me había pasado...Sí, chanclas.
Regresé a mi lugar y resignada, seguí con la editada, antes de una larga charla, ya cumplida la medianoche, con mi querido Alberto, otra alma perdida en reconstrucción. Con tabaco y todo. ¡Zaz! La 1:00.

Bueno, la suma nada despreciable sirvió para pagar las altas tarifas del par de taxis que me llevaron con bien a mis destinos.
Simplemente, extra-ordinario. Pfff.