No es para menos crear ilusiones cuando una se acurruca en la tranquilidad de una conversación y en el gusto por verse después de mucho tiempo, para después pasar a una "dominguera" faena en el sofá. Y para rematar, una rica noche en la que el aferrarse a mi cuerpo fue su prioridad con abrazos inconcientes. Toda, toda la noche.
Pero el discreto disfrute dura poco, y discretos nos vamos, para regresar igualmente cautelosos y no perturbar más que la cama, el sofá otra vez y la mesa donde se sirvió una elegante cena, con los gozosos azotes del sexo y las palabras ahogadas del "cómo eché de menos todo esto". Lo demás, mejor no recordarlo, porque podemos "volver" a no vernos más.
lunes, 31 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)