Quién no tuvo una máquina mecánica, aunque no como ésta, si una fiel Olivetti ochentera o algo parecido. Frágil, compacta, verde... O una Remington cincuentona, fuerte, enorme y negra, como la que me sacó de apuros en tiempos de secundaria. Y en mis ratos libres (antes de decidirme hacer la tarea) para mis sueños de escritora.
Ojalá no pase más tiempo antes de ir a casa de mi papá por ella, pues deseo volver a golpear su teclado con esa 'A' que me hacía padecer cuando se iba al fondo de la gran maquinaria. Veinte kilos de buenos recuerdos.
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3 comentarios:
Querida, ¡corre por ella! Somos dadas a postergar profundos deseos y sueños por otros que creemos más urgentes, cuando -por qué no- podríamos dar equilibrio y hacer todo lo que más anhelamos. Bienvenida a la blogósfera. Si te atoras con algo, con gusto te echo la mano. Pero sin duda, el contenido es lo más importante en un blog y tú, por Dios, ¡tú tienes tanto que aportar!
Un gran abrazo
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Yo todavía conservo una Olivetti, pero gris, cuando tengo que llenar formularios x la uso... qué recuerdos, no?!
yo, no solo pa las tareas de la secun, sino para plasmar los suenos y proyectos, los cuales ya se han realizado, bueno la mayoria. si que es un buen recuerdo.
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