jueves, 28 de mayo de 2009

Pero muuuy "afortunada"

Y por mi alabanza a esta réplica afortunada, casi al final de la conferencia más divertida y bien-venida de mi vida, volteó su cabeza, me miró fijamente y dijo: "O, por qué no... Cary Grant"...

Después de más de un año de no tener contacto en vivo con los dioses del entretenimiento, se cumplió uno de los designios del supremo destinado para esta humilde reportera: luego de haber postergado su arribo a la ciudad más vilipendiada del mundo en la actualidad, el "Hombre vivo más sexy", hasta el momento, o sea, claro, Hugh Jackman, posó para los medios mexicanos antes de tomar asiento en el estrado, fondeado por un gran cartel de su reciente cinta y cuarta entrega de la saga, X-Men Origins: Wolverine.
Mi intervención fue la novena. Y tras escucharlo embelesada por más o menos 20 minutos, respondiendo ampliamente ocho preguntas, no tuve más que levantarme de la silla en la tercera fila frente a él y vencer los nervios: "Amo el cine clásico, por consecuencia venero sus iconos... Y estoy completamente de acuerdo que tú puedes ser el Cary Grant del milenio." Abrió sus hermosos ojos azules, exclamó "wow!", se sonrojó y carraspeó apenado, antes de adular a la traductora que escuchaba a través de unos audífonos, como esquivando responder. Todos rieron comprendiendo su evasión. Contestó que es un halago y prosiguió con lo multifacéticos que pueden ser los actores australianos.
Entre la pluma, el cuaderno de notas y mi celular en calidad de grabadora no sabía dónde posar mis ojos lampareados por tanta belleza extranjera. Ya hubiera querido mis dedos en tan portentosas curvas delineando sus brazos, si no hubiera sido por tanta cosa que mis manos tenían que sostener.
A punto de terminar la sesión de veintitantas preguntas, la respuesta a una de ellas confirmó lo que fue un halago orgullosamente bien aceptado:

– Si se realizara una cinta sobre tu vida, ¿qué actor desearías que te interpretara?
– Podría ser Morgan Freeman -bromeó- o, por qué no... Cary Grant.

1 comentario:

akire dijo...

En este momento compruebo que no existe la envidia de la buena. No, no. ¡Qué envidia, mujer! :D