El día inició muy normal; un desayuno pi.ar, llegar a la oficina al mediodía (abordo de un taxi que me cobró muy caro), ponerme al corriente con la edición, que ya está encima (en los últimos tiempos, ésta y el cobertor son los únicos que han estado encima de mí), y a las 3:15, una comida muuuy agradable, para variar, platicando de cine.
Y luego de esa incomodidad que se siente cuando tienes que pagar la renta (haces cuentas y no te sale la quincena), ese Sos, tan bromista, como siempre, me da la gran noticia que, obviamente, no creí por su simpática naturaleza: "Ah, y ganaron la quiniela Danny y tú", con una cara de "y uno que sí sabe de futbol..."
Naaah...

Y uno de los más asiduos al deporte nacional y sus respectivas publicaciones, personalmente ("es un honor" y "no lo merezco") me entregó la lanita.
Feliz por la hazaña, me dispuse a seguir con mi labor (con otra muuuy agradable pausa para fumar, al tiempo que me enteraba que no soy tan mala en eso de los desvaríos literarios... la segunda sorpresa), yo muy concha vi el reloj (¡chanclas, en qué estaba pensando! Ah, sí, ya me acordé), salí corriendo y no me quedó más que decirle adiós al último camión. Algo increíble, pues nunca me había pasado...Sí, chanclas.

Bueno, la suma nada despreciable sirvió para pagar las altas tarifas del par de taxis que me llevaron con bien a mis destinos.
Simplemente, extra-ordinario. Pfff.
3 comentarios:
Suele ocurrir que a veces el que menos entiende antes acierta xD
Aunque el premio no fue gran cosa pero, como dice un colega mío, "menos da una piedra". xD
Besos!!
Y mira que los mexicanos somos buenos para darle valor hasta a las piedras si son regaladas!
Más besos.
GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL! POR TI Y TUS DESVARÍOS FUTBOLISTICOS!
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