lunes, 8 de septiembre de 2008

¿Segura?

Después de colgar el teléfono me quedé mirando al piso... como quien dice, entré al limbo. Como idiota. Suspiré, agotada, al tiempo que presionaba el cigarro apagándolo. Otra vez suspiré. (¿Tengo que hacer orita la carta editorial?). Sigo en el limbo. Luego pensé que no recuerdo cómo se programa la cafetera para que encienda a las 5:30 de la madrugada. Es que me quedé sin gas, para variar (ya se me fue el hambre... mejor abro una cerveza... y prendo otro cigarro). Encendí la tele (qué bendición es tener refrigerador). Es que la cerveza es perfecta. (Pero, ¿hay días perfectos?). Sin duda, éste no lo fue. Metí la pata. Es normal, diría mi bro.

(Qué aferramiento tan necio antes de entrar al metro. Pareció que había tomado como seis cervezas). Nuevamente el limbo... Yo en el limbo y él de otro planeta.
Ahora veo a Narda haciendo rissoto de colores a través de la televisión, mientras los fideos se hidratan y apago el cigarro. Y 'ora que me acuerdo: las alas se escondieron en algún recodo del cuerpo. Volví a ser una humana que ahora está en el limbo. Y él, que es de otro planeta, esta noche bajó al mío y se sentó junto a mí, y los dos a un lado del José Martí. [verso, aplausos] (La sopa está en su punto. Y la cerveza, también).
Si éste es el limbo, no quiero irme, no quiero salir... Con cerveza, cigarros, maruchan y todo. Aquí me quiero quedar. Y sin hacer la carta editorial [más aplausos].

Chanclas, mejor dejo la puerta sólo con un seguro.