miércoles, 8 de julio de 2009

Y Morfeo, ¿qué no va a venir?

Yo que, muy mona, me dispuse a recostarme a las 12 para leer unos cuantos capítulos de Stephen King y echarme a dormir, léanme aquí; son las 2 de la mañana y tuve que levantame a hacerme un té de tila bien cargado.

Estos días no ha sido tan relajante el clima: estamos a 16 grados y extraño la lluvia que hace que me acurruque en las cobijas sin ganas de moverme, aunque no tenga sueño.

Ahora me estoy englutiendo un sandwich de miel de maple, porque 'creo' que tengo hambre. Es que entre que estoy cansada, muuuy pensativa y con bochornos, está algo confundido el paladar, mientras escucho a Mozart.

¿Les cuento sobre Ralph? Tras la muerte de su esposa, su pesar se proyecta en la falta de sueño. Muchos han sido los remedios caseros que le han sugerido a este hombre de 70 años, sus vecinos y amigos, así como leído libros develando el padecimiento para buscar la cura y poder dormir, pero nada. Pastillas, whisky con miel, una hora de música clásica antes de acostarse e infinidad de opciones han hecho que termine de estallarle la cabeza. Y cada día cambia el reloj nocturno restando una hora y más. Un día despierta a las 6; otro, a las 5; el siguiente, a las 4, para seguir con el tic tac que marca las 3 de la madrugada hasta que, finalmente, el sueño es nulo. Sí, coincidentemente llegó a mis manos un libro titulado Insomnia. Y ya embarré de maple el teclado.

Dios, quiero dormir.

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