Si hubieran sido mis difuntos e idolatrados padres habría lavado el sofá de esos vestigios amorosos de los que alguna vez escribí. No, no son ellos. Por eso, sólo bastó una mantita que hace juego con mi decoración como siempre ha sido.
A quien me visita le tomaré fotos en mi entorno personal. Una imagen que deberá estar entre mis cuadros. Habrá musiquita agradable, queso y jamón serrano (ese ser de espigada y hermosa figura los traerá), platica amena y confesiones, muchas confesiones. No, no es un sacerdote.
Espero con ansias su asistencia. Es que cuando nos conocimos no había nada que delatara mi personalidad, la que siempre deseé que llegara. Y ahora quiero que me conozca más allá de llamadas por teléfono, conversaciones por el chat y copeo en su casa y algunos bares. Quiero que vea mis cuadros, mis fotos... Mis libros, mi lap y todo lo que muchas veces le describí. También quiere conocer en vivo lo que me rodea. Esa persona es muy especial para mí. Y no, no es mi bro-moxo porque él ya vino. Ni alguno de mis hermanos.
Ya quiero que venga.
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