sábado, 28 de febrero de 2009

Como el viento a Juárez...

En mi fatua posición de amiga entrañable (a veces creo que no lo merezco y, por eso, no me la creo), hago mención de cierta personita (sí, así de menuda y sensible), quien me ha adoptado como su hermanita y por ello se quedó en mi corazón.

Brei tiene 24 años, y cuando consolidó la 'cita' entre una servidora e historiador extranjero de gallarda figura (ella presente), quedó asombrada por mi 'seguridad' ante él, mientras debatíamos sobre el papel de la mujer en la cocina. "Son tal para cual", nos decía orgullosa del que –cree– fue un flechazo en su papel de adorable Celestina.
"¡Quiero ser como tú!", exclamó a los dos días de la reunión en el Sanborns de Plaza Universidad. "Qué dominio tienes, ni te pusiste nerviosa".

¿Qué pasa cuando mujer de treintaitantos pierde esa trémula actitud ante varón de buen ver con gran afán de conquistarla?

Ayer, al salir al solecito en los ya añorados pasillos de mi ya añorada editorial, estas dos lánguidas damas conversamos sobre la esperanza de volver a caminar juntas en dichas instalaciones y, como fue nuestra costumbre, saltamos al tema de los hombres y le aconsejé: "Bonita, no dejes pasar en cero los veintes sin haber sentido y arriesgado un poquito de lo en los treintas ya no experimentarás por miedo, estrés laboral, güeva o cualquiera de las razones que detonan de las pocas y no muy satisfactorias experiencias en el ámbito amoroso".
Alguna vez confesé que, a estas alturas, me gustaría regresar el tiempo para que mis veintes fueran más provechosos en eso de las 'relaciones humanas'.

Extrañaré a mi Brei, esa redactora menudita y reacia de encontrar a su Pancho Villa porque, quizá, ha recibido demasiada información sobre la mujer contemporánea con alto grado de incredulidad. Y en mi último mensaje hacia ella, para salvar un poco de lo que hemos extraviado muchas de nosotras, rematé: "Date el chance de enamorarte más de una vez para que, dentro de 10 años, no quieras regresar el tiempo porque ya habrás perdido la práctica de ese hermosa debilidad cuando los nervios te delatan frente a un hombre guapetón con intención de conquistarte".

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