"Soy admiradora del sexo, y si tuviera la posibilidad, levantaría un monumento a la belleza masculina sin manchar el talento de Miguel Ángel, por supuesto. Nadie en el mundo podrá. Y lo edificaría no sólo por su fisonomía, la cual puede hacerme pensar esas cosas... son, además, la mente ávida de ideas enriquecedoras, el corazón, la pasión por la vida las razones obvias para mí... Y así como hacer honor a tal obra, sólo me diluyo en cuerpo cuando mi receptor tiene todo lo que he mencionado. No es la carne por ser carne."
Éste es sólo un fragmento (pero la premisa) de cierto e-mail que envié y que aún no tiene respuesta. Sé que no la tendré, estoy segura.
También le dije de viva voz a mi lector que mi admiración por 'el acto' sea, posiblemente, por la edad que dichosamente cargo en el cuerpo, la mente, el corazón, no obstante, con ciertas lesiones, y quizá por eso, me aferro aún más a la esencia de cada una de las partes benditas de un ser que conjunte las ganas por sentir como yo, para no perder el camino de la lujuria bien encausada, la cadencia del cuerpo –misma que está lejos de cualquier práctica deportiva que no ejercito–, pues se me han agudizado los sentidos. Sobre todo el séptimo. Neta.
Amo el sexo, tanto que hasta puedo olvidarme de con quien estaría profesando mi admiración, a pesar de que el interlocutor sea un ejemplo de virilidad y sensatez ante la vida, su profesión, ante los deseos de escribir una novela histórica con álgidos pasajes sexuales y que esté de acuerdo en que yo sea quien elija a los actores para llevarla a la pantalla de plata. Con todo y eso, sí, puede pasar inadvertido. No, no soy egoísta, simplemente me estaría ocupando de mí de una rechingada vez por todas, dándome gran festín deleitando la concupiscencia inmortal de la piel masculina... porque sé que sólo esto y mi gran gusto por escribir se irán conmigo a la tumba... que por el bien de quienes reciban mis ardorosos instintos, mi último recinto terrenal esté en espera por mucho tiempo. (Reflexión: creo que las ganas por el sexo valen más que cualquier curva exuberante femenina, con las cuales no cuento. Claro, me echo porras.)
Señor@s: no podría experimentar el tan sagrado erotismo con seres que no yergan su pasión por mi pasión... pues "sólo me diluyo en cuerpo cuando mi receptor tiene todo lo que he mencionado. No es la carne por ser carne." He dicho.
lunes, 13 de abril de 2009
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