sábado, 21 de marzo de 2009

Hartazgo lagrimal

Neta, ya no quiero llorar. Cuando noto los vestigios en mí que dejan los mocos saturándome, la hinchazón ocular al despertar y las palabras ardientes que lanzo a la nada, tomo el rol de una confidente que está hasta la madre de ver tanta miseria humana en mi propia cara y que no puede hacer más que soportarlo sin que un buen consejo detenga tal masacre.
Colirio, jabón, agua, un rollo de papel consumido a la mitad en una sola noche y la pesadez craneal al siguiente día son los vehículos para prometerme muchas, muchas cosas. Me doy tanto miedo, que replanteo mis prioridades (que no es tan difícil si se logra dormir un par de horas) y vuelvo a la vida.

Señores, la obsesión es un ácido efectivo para desintegrar la que se cree, es la materia más resistente.

Desde hoy, disfruto de colores diferentes en mi refugio alquilado (gracias, hedmanita), en mi cama, mi sofá, muy pronto en mis paredes, las ventanas; hay tintes nuevos en los tapices, los cuadros y en mi ropa, dándole la bienvenida a estaciones calurosas, una época que, como hace un año, ha matizado a esta h. escribiente y doliente con tonos de indefensión garantizada. ¿Las razones? Muy distintas a las del 08. ¿Por qué en la estación más florida, en la que todo es hormona y sol resplandeciente? Cómo me gustaría estar en el cono sur (por favor, en Buenos Aires) para romper mis esquemas y la costumbre que ya se ha vuelto un estigma.

Y mientras todo ocurre, interrumpo la pesadumbre con buenas dosis de excelentes compañías... y otras cosas más, esas que hacen sentirme más receptora y terrenal. De sangre. De carne.

... And Im lost, behind.
Words I'll never find,
and Im left behind.
As seasons roll on by.

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