Ver una película era rigurosamente en el cine Cosmos, en el Ópera o en el Cuitláhuac. Ya de eso ha pasado tanto tiempo...
Hace unos días 'bulevardié' por los rumbos de la niñez-adolescencia en la colonia San Rafael y la Rivera de San Cosme... Qué triste se siente el recuerdo al ver ahora los inmuebles que más ansiábamos visitar.
El Ópera y sus estatuas anfitrionas (me acuerdo ponerme debajo de la marquesina y mirar hacia arriba. "Ay, mamacita, parece que las señoras se van a caer", y luego abrazaba las piernas de mi apá). El Cosmos, inmenso, con sus escalinatas, una pantalla gigante y los gatos pasando por tus pies. Y el Cuitláhuac, íntimo, chiquito y acogedor, sin olvidar el Rívoli, el Bella Época de los ochenta, el Lindavista como castillito de cuento y muchos más.
Qué triste se siente el recuerdo al ver abandonados los antes bellos recintos que para mí eran todos unos monumentos.
Ahora, ningún cinema me enamorará jamás.
domingo, 2 de marzo de 2008
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4 comentarios:
habra alguno que te podra enamorar...
besos guapa.
Qué lindo sería que fueran estos mismos con su manota de león, no?
Besos, nena.
Que recuerdos. Como no me voy a acordar. Los miércoles, cómo no! Na más no comías las gorditas de enfrente por dos semanas y ya salía para la entrada...
Todos los días paso por el Cosmos. Todos los días que atestiguo sus ruinas recuerdo cómo ahí, en su enorme sala, me estremecí cuando hizo su aparición Darth Vader en la primera Star Wars. Sí, ya es imposible tomar como nuestro cualquier complejo cinematográfico moderno, sobre todo por su 'estética' fast food.
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