sábado, 29 de noviembre de 2008

De la nostalgia

No sé si sea malo, pero la nostalgia ha hecho de su amable servidora púrpura más púrpura. En mi muy particular definición, entiéndase como más terca y, por qué no, apasionadona, aunque a veces me complica la existencia. Quizá sea genético, porque mi madre, aunque se llame Rosa, le incluimos lo moradesco y ya tenemos a una mujer intensa y que hasta en su último suspiro, fue un ser aguerrido y con férreos deseos de retroceder el tiempo.
A muchos les he reiterado mi apego al pasado, en el cine, la música... En el amor. Ah, el amor. Cuando todo comienza y no quieres que acabe... La primera cita, el primer beso, las palabras trémulas y las miradas que estremecen. A eso le llaman... enamoramiento, ¿no?
En fin, que siento bonito cuando recuerdo esa hermosa etapa y el color se intensifica... aunque azote como changa vieja cuando acaba. Pero caigo en la cuenta que vale la pena la evocación para que salga esa sonrisa idiota que tuve en días anteriores... Y me entra una nostalgia que, bueno...