
¿El sabor? Desagradable. ¿El efecto? Prometedor. Ojalá que mi estómago perdone tanta iniquidad, pero el cerebro debe recibir ayuda, como mis ojos (que no quieren abrirse) y mi boca (que no se conserva cerrada [me han dolido las comisuras] por el bostezo incesante y muy incómodo).
Aunque no sabe tan mal... ¡¿Será que he recordado qué bien se siente en mi boca la cafeína en su máxima expresión?!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario