Y sin hacer alusión precisamente a la letra que tan inspirada canta Luz Casal. Es que este día es el típico día de somnolencia semanal. Entonces, por más que agregué crema a mi café, el color es tan marrón que despertaré sin clemencia. Y pensar que es la dosis pasiva de muchos que rondan la redacción. Ya lo había olvidado.
¿El sabor? Desagradable. ¿El efecto? Prometedor. Ojalá que mi estómago perdone tanta iniquidad, pero el cerebro debe recibir ayuda, como mis ojos (que no quieren abrirse) y mi boca (que no se conserva cerrada [me han dolido las comisuras] por el bostezo incesante y muy incómodo).
Aunque no sabe tan mal... ¡¿Será que he recordado qué bien se siente en mi boca la cafeína en su máxima expresión?!
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