miércoles, 29 de agosto de 2007

¡Maldita sea!

Hoy llamé a la casa y no estabas. Por un momento supe que debía esperar unos seis timbrazos y levantarías el auricular, darías un 'ejem' preparatorio y dirías 'bueno' antes de ese 'quiobole, reina' que ahora me rompe las pupilas. Ya sé, ya sé: no estás, maldita sea... ya no estás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

LO UNICO QUE NOS QUEDA, ES UN INMENSO VACIO EN LA BOCA DEL ESTOMAGO, UN NUDO EN LA GARGANTA,UN PEQUENO HUECO EN EL CORAZON, DE ESOS QUE NO SE PODRAN LLENAR NUNCA Y...DECIR GRACIAS POR TODO.