Ayer por la noche conocí un vivo ejemplo de agradecimiento masivo. No era de un político ni nada parecido, aclaro.
Saliendo de laborar, tuve a bien rastrear con radar hambriento un lugar donde cenar. Eran las 10 de la noche y el estómago gritaba se le diera alimento. Entre tacos y... tacos, preferí un par de quecas, que hace mucho no probaba.
He aquí una muestra de aprecio a quienes hacemos de este negocio funcional, quienes apurados y sin ganas de un práctico e incípido sandwich casero, nos estacionemos frente a un comal lleno de grasa y frituras de diferentes sabores, para luego pagar por saciar nuestras almas nocturnas. Al final, un dulcecito para el cebollazo y condimentos varios.
Yo tomé una graciosita paleta de naranja. También quise un chicle, pero ahí decía que na'más uno. Aplausos.
viernes, 7 de marzo de 2008
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4 comentarios:
Mínimo pasa la dirección o el nombre de la Doña que las ofrece... digo, siempre se agradece un nuevo y grasiento lugar para cenar, comer o desayunar.
clara-rira-rira-rira!!
vamos y tú pagas.
Cabrona...
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