Un 22 de septiembre escribí el testimonio de algo verdaderamente sublime, intrépido (como no suelo ser todos los días), pero sublime. Y en ese post Corola dejó un mensaje con una linda premisa que deberé aplicar más temprano que tarde, ahora que es tan necesario para limpiar la vía de ciertos lastres que no me dejan caminar tan plena como antes, cuando el trayecto era directo, sin caminos alternos, confusos e innecesarios, esos que, cuando decido tomarlos, me doy cuenta que me han llevado al mismo lugar, sí, a retroceder:
"A veces hay que abandonar una parte de nosotros mismos para seguir creciendo. Algo así como la poda de los árboles. Dejar atrás algo nuestro nos permite esa ligereza que necesitamos para seguir avanzando..."
Hoy quito lo que me estorba para avanzar. No hay de otra.