sábado, 18 de octubre de 2008

¿Recuerdo?

Soy fácil de impresionar, lo confieso, hasta de mí misma, cuando descubro que algunos recuerdos se han esfumado por completo. Ayer tuve una visión nada alentadora cuando me recordé con un delgado libro en mis manos a la edad de 12 años: pasta blanca y con un chico de cabello rubio y rizado ataviado con ropaje de príncipe, y a sus pies, un planeta. Digo 'nada alentadora', pues la lectura –recuerdo– fue poco atendida por su servidora. Era una historia 'obligada' en aquellos tiempos de escuela. Por eso, acaso, le di sólo la importancia que merece una tarea. 'Sólo'.
Ahora me recuerdo en una mesa de madera, en ella un tarro de cerveza oscura, la promesa de ver llegar una gorda pizza especial y yo dibujando sobre un mantel de papel blanco con las crayolas que llenaban un botecito. Enrique, mi apuesto acompañante, me pidió que le trazara un pequeño cordero en una caja, "pero con hoyitos para que pueda respirar". ¿El escenario? Un desierto, y en el extremo izquierdo del terreno, un avión (que más bien se parecía a Keiko).
Quise revivir mis días de gustoso intento por el dibujo (recuerdo que no lo hacía tan mal), pero cada línea fue peor que la anterior, mientras Enrique me observaba divertido, muuuy divertido. Hice lo que pude. Cuando terminé –tratando de descifrar lo que 'mi obra por encargo' significaba– sólo exclamé que era "algo bastante conceptual"... ¡¿Conceptual?! Vaya que he olvidado algunas cosas verdaderamente importantes en eso del aprendizaje, alimento literario, vamos, lo que realmente vale la pena para ser un poco más sensible e ilustrado. Qué chasco (y desilusión) me llevé cuando me preguntó: "¿leíste El Principito?". Me habría avergonzado menos si mi respuesta hubiera sido 'no'. También recuerdo comentarle enseguida un dato curioso (que escribí en uno de mis post) sobre ciertas cartas de amor expuestas en un museo de Francia, una de ellas la de Antoine de Saint-Exupèri (me disculpo otra vez, pero he hecho un copy-paste al nombre del escritor... chale). No fue suficiente para compensar mi incomodidad. Es que 'mi' Quique, pfff, aprecia tanto tanto el arte de las letras, el cine, la música... la vida. Y de El Principito se aprende mucho de ella... ahora lo recuerdo. ¡Ahora!
Enrique me prometió leerme el libro y que se estacionará con singular gusto en el tercer planeta, donde habita 'el borracho' (¿por qué será?).
Como este personaje, mi fuerza de voluntad es casi nula; sin embargo, debo retomar mi hábito por los libros (ejem, y por el dibujo).
Chanclas mayores. Y no, por favor, no aplaudan.

4 comentarios:

erMoya dijo...

Nunca he leído El Principito, pero hace 2 años estuve en una obra de teatro en la que participaban unos amigos que era una adaptación de El Principito y... bueno... creo que pocas veces he disfrutado tanto en mi vida ^^

Besos!

Liliana dijo...

Querido, tú y tus palabras de aliento... Ja.

Gracias y muchos besos defeños!

Anónimo dijo...

hola guapa,perdona por no postear mucho,esque estoy muy liada,entre el turno q tengo,y el rato libre estudio,no tengo tiempo para nada.
mil besos cielo.

Escribidora por afición dijo...

Mejor que te los lean al oído, eso sí que sería un bonito hábito, máxime si "tu" Enrique además de tan buenas artes como has descrito, tiene linda voz, epa, que divertido un audiolibroamorosopersonal.

Un abrazote Purpurita, he andado en la loca pero se te quiere como siempre, por estas tierras llenitas de cirguelas (sic).