jueves, 28 de agosto de 2008

Ay, amor...

Hace mucho, mucho tiempo, cuando este espacio apenas daba muestras de vida, presenté a un gordito simpático con voz dulce y antigua. Bola de Nieve es tan intrínseco a mí... Hoy, tras mucho, mucho tiempo de escucharlo con especial cariño, me armé de valor y me atrevo a oírlo otra vez. Entonces, fue una especie de romanticismo peliculesco, pues recordaba esa escena estrujante con Leocadia despertando de un letargo de lágrimas y pastillas en la cama de Ángel, alias 'Paquiderma' –luego de 'salvarle la vida'–, mientras el cartel de Amanda Gris tapizaba las calles de Madrid. "¿Recuerdas Casablanca?... 'Los alemanes vestían de gris y tú de azul...' De azul vestías tú el día que, huyendo de tu vida, te chocaste con la mía."
¿Qué tan probable es levantarse de un largo desmayo sin la mínima lesión?

Amor,
yo sé que quieres llevarte mi ilusión.
Amor,
yo sé que puedes también
llevarte mi alma.

Pero, ay, amor, si te llevas mi alma
llévate de mí también el dolor.
Lleva en ti todo mi desconsuelo
y también mi canción de sufrir.

Ay, amor, si me dejas la vida,
déjame también el alma sentir.
Si sólo queda en mi dolor y vida,
ay, amor, no me dejes vivir.

Sin embargo, cuando andamos "como vacas sin cencerro", debemos regresar a las raíces, a los recuerdos, los más bellos, y así, nos encontramos de nuevo. Ahí está el secreto. No falla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

HO! MASTER!. PARA UN CORAZON PERDIDO NO HAY NADA QUE REGRESAR A LAS RAICES, Y UN BUEN SHOK PARA VOLVER A EMPEZAR!