Ayer mi querido Sos me disparó una paleta helada de limón. Mientras caminábamos lento matando las horas, al tiempo que se cumplía el esperado momento para salir en un día sin mucho trabajo, divagábamos en los tantos pasajes vivenciales de los logros, la pareja, los deseos, las necesidades... Y entre muchas confesiones, como siempre ha sido, me decía que soy valiente por las decisiones, según yo poco ortodoxas, que he tomado en cuestiones del corazón... más bien soy cobarde, pues siempre he antepuesto el trabajo y mi libertad, fuera de toda discordancia que padecí con el gran hombre de mis años pasados. Es extraño, me ha dicho muchas veces, "no me veo llegar a casa y que nadie esté esperándome, no me gusta la soledad". Él vive con un hermoso clan compuesto por su esposa, la pequeña Valentina y un ser que está a punto de salir. Lo admiro, como a todos aquellos que han luchado por conservar la paz en su entorno familiar. Yo lo intenté, pero pudo más el valor a mi persona y deserté. También alabo a los que quieren darse una segunda, tercera, milésima oportunidad. Yo prefiero disfrutar de y con mis amigos, no ser exclusiva del tiempo de un caballero ni hacer que lo pierda conmigo, pues es tan valioso... No he aprendido por más que me han sugerido. Qué razón tiene mi tan admirada Aretha con eso del benévolo Dr. Feelgood y de que "el amor es un negocio muy serio"... Yo también lo consulto, porque es el hombre ideal para las pésimas aprendices, como su servidora.
viernes, 22 de agosto de 2008
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