Nick Marshall es el misógino presumido que ninguna mujer quisiera tener como jefe, compañero de trabajo ni mucho menos como amante, con todo y que es guapo, exitoso y se parece a Max Rockatansky, pero mayor.
No sé si sea uno de mis tantos personajes favoritos, aunque es el de una cinta que no puedo evitar cuando no hay nada qué ver en la TV. Lo que ellas quieren se estrenó en México en 2000 y fui a verla al Cinemex del WTC. Era una época ligera, una etapa de reencuentro con esta gran ciudad luego de residir en Cuernavaca por, más o menos, un año. Regresé sin ningún objetivo más que el de seguir con mi vida y, sí, convencida de que 'ese cuarto es muy pequeño para las cosas que sueño', una frase que repetía mientras empacaba para después tomar el autobús de las 14:15 directo al DF, lo recuerdo muy bien. Así que cuando conseguí trabajo, me deschongué visitando los principales cinemas y sacié mi hambre del cine de ensueño, de finales felices.
La trama es sencilla, palomera y romántica con un toque de, ja, ciencia ficción: luego de que Nick se ve amenazado por la llegada de una talentosa publicista, hace todo lo posible por desbancarla y quedarse con el puesto principal en la agencia donde labora. Pero Marshall sufre un accidente y una descarga eléctrica detona en él un don que le otorga la habilidad de escuchar lo que piensan de las mujeres. Algo que le ayuda a consumir su plan... Perdón, es que la están pasando por millonésima vez esta noche.
Sin duda, ésta es una historia para las féminas a través de un macho, que después del inesperado experimento, va suavizando su percepción con respecto a las mujeres. Y lo que más me agrada es el soundtrack con Sinatra como protagonista. Sutil, revelador, carismático. No es uno de mis intérpretes preferidos, pero Frankie Boy es Frankie Boy.
Conozco a pocos hombres que saben algo de lo que nosotras deseamos (este mafioso 'encantador' conoció el lado flaco de nada más ni nada menos que divas como Ava Gardner y Eleanor Parker). Si éste no es el mejor tema para dedicarle un post, fue ineludible usarlo como burda referencia para eso que de vez en cuando a las damas nos revolotea en la cabeza. Además, debía retomar el tema cinematográfico porque me estoy alejando tanto del arte que me sentí obligada a maridar la 'inquietud' con una peli. Finalmente, siempre ligamos las historias plateadas con... la vida, ¿o no?
Si el caso Marshall fuera posible en los varones, no me sorprenderían esos detalles que a veces recibo por vía e-mail, los cuales hacen que aspire profundamente, para luego exhalar quedándome como una verdadera idiota.
Nota: En verdad necesito esa dosis de cine de horror. Ya pronto.
sábado, 23 de agosto de 2008
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