Sólo una nota es suficiente para que las imágenes se atropellen en la mente. Las ráfagas revientan la presa y casi hacen que abras la boca para aullar de dolor. Pero sonríes al final de cuentas. Y recuerdas. Porque sólo queda escuchar, cerrar los ojos y pedir con todas las ganas que vengan momentos igual de hermosos aunque compartidos de otra manera, con otras personas, otros lugares, mientras suenan nuevas canciones.
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