Un par de 'indiscretos' ojos azules se esconde detrás de una gran lente telescópica...
Mi madre alababa su encanto cada que tenía oportunidad. "'Amá, me declaro tu más acérrima rival", le decía, porque hace unos años yo era fan de los flaquitos. Ahora no tanto, como lo habrán notado por mis asiduos desfiles, llenos de biceps abultaditos, blancas pieles (uno que otro morenazo) y abundantes cabelleras oscuras.
Pero a Jimmy se le perdona todo. Hasta la ñoña It's a Wonderful Life.
Conocí a James Stewart por The Philadelphia Story, una comedia 'deliciosa' , al lado de Katherine Herpburn y Cary Grant, otro galanazo y favorito del maese del suspenso, Alfred Hitchcock.
En La soga, La ventana indiscreta, El hombre que sabía demasiado (en su segunda versión) y Vértigo James participó dirigido por ese admirador de las blondas, cuya irónica visión del crimen (y las relaciones afectivas) rompió los esquemas de sus contemporáneos (sin olvidar sus infantables cameos). Buen ejemplo de su mordacidad, con todo y el misterio, es la chispeante melodía al principio y al final de la segunda propuesta que, digamos, traduce la 'curiosa' conexión entre este fotógrafo temporalmente inhabilitado, sometido a una silla de ruedas, y la cotidianidad de sus vecinos bajo el sofocante verano en un barrio de la ciudad de Nueva York a través de las ventanas. Y mientras Jeff –retratista aguerrido y héroe por accidente– lidia con su invalidez y la amenazante propuesta de casarse por parte de Lisa, su sofisticada novia (Su Alteza Excelentísima Grace Kelly), la sospecha de que un homicidio se ha llevado a cabo frente a sus ojos, lo tienta a llegar hasta las últimas consecuencias para descubrir la verdad, siempre ayudado de Lisa y la enfermera que lo atiende, tan perspicaz y pitonisa, como para ser la coagente perfecta.
Si bien Kelly no fue santa de mi devoción (al igual que la azucarada Doris Day, quien también trabajó con Hitchcock y Stewart en El hombre...), por esa estampa demasiado prolija y poco emotiva, quiza por dichas características tuvo la oportunidad de ser parte del elenco. Además, pues, era rubia. Así que Hitch no pensó en nadie más para el papel de la redactora de modas.
Muchos consideraron la cinta, tirante y hasta claustrofóbica por el estrecho espacio en el que ocurre la trama. Sin embargo, a mi ver, la historia es más bien divertida y cerebral, pero no por eso menos intrigante, en lo que, repito, Alfred Hitchcock es único.
Después de chorrocientos años, vi por segunda vez una de las películas imperdibles del género y que adoptó a mi flaco de oro como uno de los 'actores fetiche' del rollizo director inglés... haciendo a un lado el color de su cabello. Yo me quedo con él por ser un gran histrión y por el azul de sus ojitos, ¿verdad, 'amá?
Ésta es una de la serie de imágenes que homenajeó al creador, la cual fue publicada por la revista Vanity Fair en su edición de marzo este año (y que me la regaló mi Robert). En ella, el adonis Javier Bardem con Scarlett Johansson. Bueh, la actriz seudocantante está de moda... Y yo, celosa, ¿y qué?
domingo, 24 de agosto de 2008
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2 comentarios:
Hitchcok era, además del suspense, el maestro de los espacios cerrados. Nada más difícil que filmar entre cuatro paredes. "El adonis Bardem", ¿y Scarlett no merece ni un adjetivo, epíteto o una palmada en la espalda?. Pobrecita Johansson, va a parar más su trompita, que nos encanta tanto a los machines, después de tu desdén. Y no es seudocantante y no es actriz de moda y no es... ¡de este mundo!, ja.
Hablando de adjetivos... Si estuve celosa, qué sigue in crescendo? :P
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