... Del 2008. Ha sido tan poderoso, que a un mes de acabar parece que la Tierra palpita más fuerte a través de cada rincón de mi resguardo, mi casa, como si fuera a estallar para mi big bang paticular. Vuelvo a sentir mis latidos en cada objeto que me acompaña. Vuelvo a sentir que soy quien mueve las piezas sobre el tablero de flores pintadas de rojo y verde, y el de las neuronas que vuelven a cumplir su función. Sin duda, las catarsis son buenas para retomar el control.
Y de nuevo enlisto lo que me motiva aquí adentro para ir de nuevo afuera, aunque sólo sea materia, que para mí tiene vida: mis cuadros, mis cojines, los vasos de plástico, la botella de rompope y mi bata de baño color rosa mexicano; mis pelis, mis discos, el letrero en japonés que dice 'fortuna' y el pequeño bonsai pirata (cuidado, tiene nombre y se llama Goyo), que se resiste a petrificarse por falta de agua de vez en cuando, y un nuevo integrante de hojas plantado en la tierra. El microondas, el refrigerador, la cocina sin estufa y mis latas donde habitan Stan Laurel y Oliver Hardy... Mi cama, los poemas, el señor Linterna verde que me cura mensualmente y mis 'tablitas'; los inciensos, las piedras de los Andes y la pila de libros aún sin leer.
Mi cuerpo lleno de humo de cigarro, mi cabello... mi corazón que ya se está regenerando.
El mundo pulsa y estoy dentro de él... Que lo demás se quede afuera y que se resuelva como pueda. Porque yo no puedo resolverlo, excepto la edición de cada mes y sus presupuestos. Que lo demás se las arregle como sea; la ciudad, la contaminación, las almas perdidas, porque yo ya me encontré... again.
¿Este es el principio del encuentro con la paz? Oh, sí, ya lo creo que sí.