... Me cuestionó moxo, mientras le hacía un recuento de las tantas actividades laborales que se han dejado venir en estos últimos días por fon a las 8 y algo de la mañana, porque, siempre, el tema del trabajo abarca gran parte de la platiquita (chiquita, porque, sí, no hay tiempo), y a unos minutos de irme a una sesión de fotos. Ésa, muuuy larga.
Yo como que fui de metiche, con el convencimiento de la h. coordinadora de Diseño, pues se chutaría el background en base a un 'storyboard' bastante detallado, elaborado por ella misma, para un recetario que hacemos las dos, "es que quiero que me eches la mano".
Pus ahí voy. Me dediqué a anotar el número de la imagen elegida en el nombre de cada platillo y emití algunas opiniones frente a la compu del fotógrafo.
Todo iba dos tres, hasta que empezamos a agarrar confianza.
Ahí afloraron las más simpáticas cualidades del equipo, deschongándome yo también. Faltaba más. Diez horas entre que el mantelito debía ser verde, para resaltar los trocitos de jitomate; que la salsita debía ser con más perejil para que el filete no se viera como flotando en la nada, y que la pasta debía acompañarse con una copa de vino... sí, había vino, y no nos dijeron dos veces. Así desfilaron los platos suculentos y, por qué no, los acompañamos con un traguito de alcohol. Moderado, porque sólo había una botella.
Una integrante del team de plano amenizó la jornada con sus 6,700 y no sé cuántas canciones en su nutrida biblioteca, desde Keane hasta Topo Gigio, y los más recientes álbumes del desaparecido A-ha (en México, porque en Noruega sigue siendo un hitazo).
Y ahí nos veíamos cansados pero risa y risa de la sarta de idioteces, y yo, 'supervisando' el trabajo ("no'mbre, si ya te ves agotada escribiendo tantos numeritos...").
Lo cierto es que fue un día cansadón (aunque no lo crean), pues hay que estar muy atentos a todo el desmadre.
¿Y mi vida? A veces no la hay, pero considerando que mi trabajo ES mi vida, pues... ay, ya ni sé.
Con todo y las horas de encierro en una casa con extraños adorables y mirando fijamente a una pantalla donde rolaron 40 platillos (ah, no, me mandaron por cigarros), y, échenle, de cinco fotos por plato para escoger la mejor, en calurosa polémica sobre si el champiñón debe ir en el extremo superior derecho del platón, no estuvo tan mal. Y mañana hay más. (ya me dio hambre otra vez)
Pero, ¡híjoles!, ya a medio camino a casa (de casi dos horas, con santas cabeceadotas en el camión y olores nauseabundos en el metro) pides esquina.
¿Hay vida? Estoy altamente confundida...
jueves, 15 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
y yo que soy de las infames que si hojean una revista se saltan las páginas de comida, para que no me de hambre :(
Publicar un comentario